ANTONI PARIETTI Y EL FUNICULAR DEL PUIG MAJOR
La percepción que una gran parte de la población tiene hoy en día de la conservación de los espacios naturales no es la que tenían nuestros abuelos. La presión demográfica de nuestra isla nos ha convertido en elementos que distorsionamos y alteramos el paisaje. En las primeras décadas del siglo XX, con una población muy inferior y sin apenas tráfico rodado, toda Mallorca era un espacio virgen y una promesa de negocio turístico de calidad; eso sí, con la condición de hacer accesibles espacios naturales que en la actualidad se intentan proteger. Uno de los espacios naturales que tradicionalmente han tenido un acceso más difícil y que, precisamente por eso, se ha conservado mejor, es la Serra de Tramuntana. Ahora bien, en la primera mitad del siglo XX fueron frecuentes los proyectos para mejorar los accesos a la Serra de Tramuntana con el objetivo de explotarla turísticamente. Eran fruto de una mentalidad diferente y, en efecto, transformaron el paisaje de una manera que, seguramente, hoy en día sería impensable, pero a la vez acercaron a los mallorquines y a los turistas a determinados parajes que, de otro modo, serían inaccesibles.

Bajando por la carretera, la cima, y a la derecha el Pa de Figa de Son Torrella © Foto: Gabriel Lacomba
Uno de los personajes que trabajó con más tenacidad para construir estos accesos a la Serra de Tramuntana fue el ingeniero Antoni Parietti Coll
Uno de los personajes que trabajó con más tenacidad para construir estos accesos a la Serra de Tramuntana fue el ingeniero Antoni Parietti Coll (Palma, 1899- 1979). Parietti dirigió el departamento de vías y obras de la Diputación y presidió el Foment del Turisme. Dentro del Plan de Caminos Vecinales, que consistió en arreglar caminos ya existentes para adaptarlos al paso de automóviles, dirigió personalmente dos grandes obras públicas en la Serra de Tramuntana: en 1925 la carretera del Port de Pollença a Formentor, que permitió a Adan Diehl construir el famoso hotel, y en 1933 la carretera de Sa Calobra. Ambas se hicieron por interés turístico, no para unir poblaciones ya existentes sino para permitir el acceso de visitantes a dos parajes únicos y que se han hecho míticos precisamente por la existencia de estos accesos. Seguramente, con nuestra mentalidad más proteccionista, el proyecto de estas dos carreteras sería ahora inviable; también tenemos que reconocer que, sin estas vías, Sa Calobra y Formentor no serían los dos polos de atracción turística que son hoy en día. Menuda paradoja, ¿verdad?
Con todo, el gran sueño de Antoni Parietti fue otro: hacer accesible el Puig Major por medio de un funicular aéreo que uniera Cals Reis, el punto donde se iniciaba precisamente la carretera de Sa Calobra, y un punto cercano a la cima a 1.400 metros de altura. El objetivo era construir en el Puig Major un observatorio astronómico, instalaciones para deportes de nieve y un restaurante. El proyecto se presentó en 1934 en el Teatre Principal de Palma, después de que el Ministerio de Obras Públicas diera el permiso, con un gran entusiasmo popular. En junio de 1936 empezaron las obras de la plataforma inferior de Cals Reis, que quedaron interrumpidas un año después por el estallido de la Guerra Civil.
Parietti no se resignó y en 1939 intentó reiniciar el proyecto con la firma alemana Bleichord-Zueg, colaboración que interrumpió el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En la década de los cincuenta consiguió autorización para construir una carretera de peaje, pero en 1953 el tratado entre el Gobierno de Franco y Estados Unidos sobre instalaciones de bases militares en España convirtió la cima del Puig Major en una base americana de radares que en 1963 pasó a ser conjunta. El Ejército español aprovechó el proyecto de Parietti para construir la actual carretera hasta las instalaciones militares.
Para instalar los radares en la cima del Puig Major se rebajó 5 metros la altura de la montaña y se construyeron las dos "bolas" que protegían los radares, que en 2005 se sustituyeron por una sola, que mallorquines y visitantes podemos ver en el punto más alto de la Serra de Tramuntana.
Hoy en día, un convenio entre el Gobierno balear y el Ministerio de Defensa ha convertido el área restringida de las instalaciones militares del Puig Major en un observatorio botánico para la conservación de las especies vegetales más singulares de la Serra de Tramuntana, algunas endémicas. El proyecto del funicular es un símbolo de otra época, de otra mentalidad muy diferente.